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Violencia y educación no combinan

Todos los días los niños son expuestos a los más diferentes tipos de violencia. En gran parte de los casos la violencia se produce en el ambiente familiar. Son los padres, madres y parientes (aquellos que deberían cuidar, proteger y educar a los pequeños) los que más los agreden. En algunos casos el argumento del adulto es que […]


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shutterstock_168498263Todos los días los niños son expuestos a los más diferentes tipos de violencia. En gran parte de los casos la violencia se produce en el ambiente familiar. Son los padres, madres y parientes (aquellos que deberían cuidar, proteger y educar a los pequeños) los que más los agreden. En algunos casos el argumento del adulto es que está actuando para educar. Pero, violencia y educación no combinan. Es sobre esto que queremos hablar aquí.

Algunas formas comunes por las cuales los niños son agredidos bajo el argumento de la educación son:

• Gritos: los padres llaman la atención del niño con gritos o alteran el tono de voz con la intención de demostrar superioridad e intimidarlo. Gritar, no solo con los niños, sino con cualquier persona es un comportamiento agresivo, y en la mejor de las hipótesis, una falta.

• Insultos y rótulos: Los padres usan palabras inadecuadas para referirse a los niños. A veces estas palabras son muy pesadas en su significado, otras veces son aparentemente indefensas, pero en los dos casos crean rótulos que el niño puede cargar por toda la vida.

• Agresiones físicas: el uso de una palmada, del cinto, de la vara y de cualquier otra cosa que el adulto encuentre a mano en el momento de corregir al niño, es inadecuado. El echar mano de cualquier cosa para golpear a un niño, así como el golpear hasta herir, muestra el descontrol de quien dice estar educando.

Note que las formas citadas son comunes. Usted debe conocer por lo menos a un niño que ya fue “educado” con los métodos citados aquí. Lamentablemente, los prejuicios del uso de estos métodos pueden ser grandes. Problemas en la autoestima y en la autoimagen son tal vez los más profundos. Y a mi modo de ver, el peor perjuicio de todos es la enseñanza del comportamiento violento. Esto porque quien es tratado con violencia muchas veces aprende a ser violento y a reproducir la violencia, lo que hace que de generación en generación estos métodos agresivos vayan pasando como supuestas formas de educación.

Algunos pueden argumentar diciendo: “pero la corrección con castigo físico es una instrucción bíblica”. De hecho, encontramos en la Biblia un texto que dice “No rehúses disciplinar al muchacho, si lo castigas con vara, no morirá”. (Proverbios 23:13). Hay también una enseñanza semejante en Proverbios 13:24 y 22:15. Sin embargo quien se dispone a aplicar estas orientaciones bíblicas debe poner en práctica tantas otras orientaciones como las que hablan sobre el desarrollo del dominio propio, de la paciencia y del amor. Ahí, sí, esta persona estará habilitada a usar la vara como forma de corrección y de hecho su hijo no tendrá traumas, o como el texto lo dice “no morirá” a causa de ese castigo.

A mi modo de ver, Elena de White es una escritora que logró sintetizar muy bien la forma como debe aplicarse este texto de Proverbios 23:13: “Nunca levante la mano para darle un golpe a menos que, con clara conciencia, usted pueda inclinarse delante de Dios y pedir su bendición sobre la disciplina que está por aplicar. Fomente el amor en el corazón de sus hijos. Presente delante de ellos motivos elevados y correctos que induzcan al dominio propio. No les dé la impresión de que deben someterse a un régimen porque así lo determina su voluntad arbitraria, porque usted es fuerte y ellos débiles, porque usted es el padre y ellos los hijos. Si usted quiere arruinar a su familia, continúe gobernándola por la fuerza bruta, y resultará así ciertamente (Testimonies, tomo 2, págs. 259, 260). (Elena de White, La conducción del niño, p. 235, 236).

Perciba cuán diferente es la aplicación de las orientaciones de proverbios de lo que se acostumbra hacer en muchos hogares en nombre de la educación. En lugar de gritos, los padres deben usar un tono de voz moderado. Las palabras proferidas deben ser de la mejor calidad, la forma de motivar a los niños y cambiar el mal comportamiento por el cual se lo corrige. La aplicación del castigo físico, si es necesaria, debe ser hecha según la descripción de arriba, no en el momento de enojo, disgusto o desilusión, sino con total dominio de lo que se hace, de forma que Dios pueda bendecir esta disciplina. En verdad, al educar con sabiduría, el luso de este último recurso será poco (o nada) necesario.

Así como al desvirtuarse el concepto bíblico de sumisión femenina hizo y hace que las mujeres sufran tantas formas de violencia, una mala comprensión de las orientaciones bíblicas sobre educación también hace que los padres cristianos sometan a sus niños a diferentes formas de violencia. Una comprensión clara de esos asuntos produce, en verdad, paz, liberación y felicidad. Educar y construir una relación se hace con amor.

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