Basta de Silencio

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Riesgo calculado

No te engañes: el alcohol también es una droga. Aunque su comercialización esté reglamentada, provoca dependencia y puede perjudicar varias esferas de la vida. Los estudios han comprobado que cuanto más joven es la persona que comienza a utilizarlo, mayores son las posibilidades de desarrollar dependencia a lo largo de su vida. Además de otras […]


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Captura de Tela 2016-08-10 às 17.52.30No te engañes: el alcohol también es una droga. Aunque su comercialización esté reglamentada, provoca dependencia y puede perjudicar varias esferas de la vida. Los estudios han comprobado que cuanto más joven es la persona que comienza a utilizarlo, mayores son las posibilidades de desarrollar dependencia a lo largo de su vida. Además de otras consecuencias que aparecen exhibidas diariamente en los periódicos y noticieros de televisión, como violencia doméstica y accidentes de tránsito, el impacto causado en la salud física y mental es otra cuestión que no puede ser ignorada.

Como si no fuera suficiente, el consumo abusivo de bebidas alcohólicas, o de crack, convierte en víctimas a millones de personas alrededor del mundo, transformándose en una pesadilla social. Gobiernos, familias e instituciones que luchan por ayudar a quienes no tienen la posibilidad de superarlo por sí mismos, ya no saben más que hacer al observar que una de las más pesadas y perjudiciales sustancias químicas induce a los individuos a llegar a un cuadro de dependencia y condiciones destructivas.

Es por esto que la revista Rompiendo el Silencio conversó con la psiquiatra Ana Cecília Marques, profesora afiliada a la Universidad Federal de San Pablo (UNIFESP), Brasil. Es doctora en Ciencias por la misma institución y actual presidente de la Asociación Brasilera de Estudios sobre el Alcohol y Otras Dogas (ABEAD); entidad que ya hace cuarenta años está realizando un trabajo de prevención y elaboración de directrices para el tratamiento de diferentes dependencias. La doctora ayuda a cada lector a comprender cuáles son los efectos de estas drogas en la mente y el cuerpo humano, y a reflexionar acerca de cuáles son las razones por las que lo más sensato es permanecer muy alejado de aquellas.

EFECTOS DEL ALCOHOL

Pueden variar acorde con las dosis ingeridas. Con hasta dos latas de cerveza, dos copas de vino o dos dosis (40 ml) de bebidas destiladas, por ejemplo, ocurre la liberación de dopamina, hormona cerebral que promueve la desinhibición del comportamiento y del habla. A lo largo del tiempo, algunos de estos efectos se tornan más graves y complejos.

CEREBRO: Libera dopamina en el sistema límbico y promueve la desinhibición del comportamiento, tanto psicológico como social. Con el aumento de la dosis, y por la apertura de los canales de cloruro de las neuronas, libera otra hormona que deprime el funcionamiento del sistema nervioso central. El efecto depresor del etanol llega a promover una anestesia, e incluso el coma; puede llevar a la muerte por depresión respiratoria y por paro cardíaco.

OJOS: Visión turbia y doble.

CORAZÓN: Taquicardia; hipertensión arterial; accidente vascular hemorrágico; miocarditis.

PULMONES: Aceleración del ritmo respiratorio y depresión; aumento de la tasa de infecciones.

HÍGADO: Aumenta agudamente el trabajo enzimático, el uso crónico causa fibrosis, esteatosis, cirrosis y cáncer.

ESTÓMAGO: Aumenta la producción de gastrina, desarrolla gastritis y puede llegar a formar una úlcera, e incluso un cáncer en la región gastrointestinal.

SANGRE: Con el uso crónico, altera la formación de las células sanguíneas y produce anemia.

SEXO: En bajas dosis, desinhibe el comportamiento sexual, lo que puede llevar a la práctica de sexo sin protección, y al posterior contagio de diversas dolencias. Su uso crónico puede llevar a la impotencia.

PÁNCREAS: Inflamación aguda y crónica.

MÚSCULOS: Debilidad; inflamación crónica (polineuritis crónica); atrofia e incapacidad para desplazarse.

EFECTOS DEL CRACK

La manera en que esta droga afecta la mente y los demás órganos del cuerpo está relacionada con la cantidad consumida, de la misma manera que las bebidas alcohólicas. Entre los niveles de uso, están el agudo, la intoxicación y el crónico, que puede evolucionar hasta crear dependencia.

CEREBRO: Libera la dopamina, lo que produce desinhibición. Sin embargo, también acelera el funcionamiento en general. Inhibe el apetito y el sueño; aumenta la velocidad del habla, y puede producir un desborde de ideas. En la medida en que se aumenta la dosis, produce ansiedad extrema, paranoia con delirios y alucinaciones, psicosis, como así también episodios de pánico.

OJOS: Dilatación de las pupilas.

CORAZÓN: Acelera los latidos cardíacos, pudiendo producir arritmias; aumenta la presión arterial; produce accidentes vasculares isquémicos (infartos).

PULMONES: Aumenta la frecuencia respiratoria, produce broncoespasmos.

HÍGADO: Acelera el metabolismo.

ESTÓMAGO: Gastritis, hemorragias e isquemias.

SANGRE: Altera la formación de los hematíes y produce hemorragias.

SEXO: Aumento del apetito sexual a corto plazo, e impotencia a largo plazo.

PÁNCREAS: Hemorragias.

MÚSCULOS: Temblores e hipersensibilidad cutánea.

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