
La exposición de niños y adolescentes a contenidos con connotación sexual en internet va mucho más allá del acceso a la pornografía explícita. Una forma más sutil, conocida como soft porn — término en inglés que significa "porno suave", utilizado para describir contenidos que sugieren erotismo sin desnudez explícita — es común en las redes sociales y, muchas veces, impulsada por algoritmos. Un estudio de la European Data Journalism Network, en colaboración con Algorithm Watch, reveló que las publicaciones con mujeres en lencería o bikini tienen un 54% más de alcance en Instagram, a pesar de contradecir la política de la plataforma que prohíbe la desnudez.
En Brasil, según la investigación TIC Kids Online 2024, el 83% de los niños y adolescentes de entre 9 y 17 años tienen al menos un perfil activo en redes sociales, a pesar de que muchas plataformas exigen una edad mínima de 13 años. Además, el 23% de los niños brasileños acceden a internet por primera vez antes de los 6 años, quedando vulnerables desde temprana edad a contenidos erotizados disfrazados de entretenimiento infantil.Ante este panorama, es esencial comprender los impactos de este tipo de exposición en el desarrollo infantil y juvenil, y saber cómo proteger a este público vulnerable. Para profundizar en el tema, conversamos con la psicóloga y educadora sexual Leiliane Rocha, quien analiza los riesgos del contacto precoz con contenidos erotizados, incluso cuando se presentan de forma sutil, y ofrece orientaciones prácticas para padres y responsables.
BdS: ¿Qué tipos de contenidos virtuales dirigidos a niños o adolescentes pueden considerarse eróticos o con connotación sexual, aunque de forma sutil? ¿Podría dar algunos ejemplos?
Leiliane: Cuando hablamos de contenidos más sutiles, algunos ejemplos son los personajes infantiles — de dibujos, videojuegos o incluso influenciadores juveniles — que usan ropa o tienen actitudes que remiten al universo adulto, con un atractivo sensual: poses, escasa vestimenta, bailes sexualizados. También están esos juegos de doble sentido, como memes, canciones o videos con insinuaciones o gestos ambiguos. Esto aparece en diversas plataformas, como TikTok, Instagram, YouTube — con tendencias (como los desafíos virales) y estilos de baile populares entre los jóvenes, como el twerking, que imitan movimientos de carácter sexual. También vemos el uso de stickers, GIFs o emojis sexualizados, como berenjena, durazno, gotas, lengua, que se colocan en contextos sugestivos. Además, se observa la romantización de relaciones inapropiadas — contenidos literarios, audiovisuales o de redes sociales que sugieren una relación afectiva o sexual entre adultos y menores, aunque no muestren nada explícito.
BdS: ¿De qué manera el acceso a contenidos como estos puede impactar el desarrollo de niños y adolescentes?
Leiliane: Estos contenidos contribuyen a la naturalización y anticipación de impulsos sexuales inadecuados en la infancia. Muchas veces, esto lleva a la hipersexualización precoz, haciendo que el niño base su valor y autoestima en su apariencia o en el atractivo sexual, lo cual puede tener consecuencias muy negativas para su desarrollo emocional, psicológico y social. En casos más graves, estudios sugieren un vínculo entre el consumo frecuente de pornografía en la adolescencia y síntomas de depresión, aislamiento social, dificultades de concentración e incluso problemas académicos.
BdS: ¿Podría detallar los perjuicios específicos de la erotización precoz para el cerebro que aún está en formación?
Leiliane: La exposición a la pornografía puede tener efectos significativos en el cerebro que está en desarrollo. Las áreas que controlan los impulsos, la toma de decisiones, la empatía y la comprensión de las consecuencias de las propias acciones aún no están completamente formadas. Cuando hay una anticipación de estos estímulos sexuales, puede ocurrir una hiperestimulación del sistema de recompensa, liberando dopamina y generando placer inmediato. A esto lo llamamos "dopamina barata", un fenómeno que ofrece picos de placer muy intensos, pero hace que el cerebro busque estímulos cada vez más fuertes. Esto puede llevar a una búsqueda repetida de este tipo de contenido y a la disminución de la sensibilidad a otros placeres cotidianos. Estos materiales también afectan directamente las estructuras cerebrales relacionadas con la motivación y el aprendizaje, pudiendo generar patrones de pensamiento y comportamiento compulsivos.
BdS: ¿Existe una relación entre esta exposición temprana y el aumento de la vulnerabilidad al abuso sexual?
Leiliane: ¡Definitivamente! La exposición temprana a contenidos eróticos o pornográficos afecta directamente la construcción de conceptos fundamentales como límites, respeto, consentimiento y privacidad. Cuando los comportamientos sexuales se normalizan en etapas de la vida en las que el niño o el adolescente aún no tiene la madurez para comprender todo esto, los mecanismos naturales de protección se debilitan, lo que reduce la percepción del riesgo. Se crea un escenario en el que situaciones de explotación y abordajes abusivos pasan desapercibidos o ni siquiera se ven como peligrosos. Los mensajes que estos contenidos transmiten sobre afecto, sexualidad y relaciones de poder distorsionan la percepción y las expectativas sobre las relaciones y aumentan la vulnerabilidad al abuso tanto en ambientes virtuales como presenciales, especialmente cuando falta el diálogo abierto y la orientación de adultos de confianza. Esto puede llevar a que los niños y adolescentes acepten, o no denuncien, situaciones inapropiadas por miedo, vergüenza o simplemente por no entender lo que está sucediendo.
BdS: ¿Y qué ocurre con el comportamiento sexual violento o inapropiado? ¿Existe alguna relación con el consumo de contenidos pornográficos o erotizados?
Leiliane: Lamentablemente, sí. El consumo de pornografía puede contribuir a la formación de futuros abusadores. Este tipo de material puede alimentar fantasías peligrosas, estimular la búsqueda de experiencias extremas y disminuir las barreras morales internas — especialmente en personas que ya presentan impulsividad, baja empatía o antecedentes de violencia. Muchos de estos contenidos refuerzan ideas de dominación, objetificación y despersonalización del otro — especialmente cuando involucran violencia, coerción o ausencia de consentimiento. El consumo frecuente desensibiliza a la persona ante el sufrimiento del otro y distorsiona su percepción sobre lo que es una relación sexual respetuosa y saludable. Las prácticas abusivas y criminales, que serían inaceptables en la vida real, acaban siendo vistas como normales o incluso deseables.
BdS: Algunas personas dicen que ese miedo es exagerado, que los niños ni siquiera entienden ciertos mensajes o contenidos con doble sentido. ¿Qué responderías a quienes piensan así?
Leiliane: Mira, pensar que los niños no entienden contenidos con doble sentido es ignorar cómo procesan los mensajes que reciben. Subestimar el poder de este tipo de mensaje es no entender que los efectos no dependen solo de la comprensión, sino también del contexto en el que se viven y de la falta de una educación sexual adecuada, lo que empeora la situación. Aunque no comprendan totalmente el significado sexual, los niños intentan dar sentido a lo que ven con base en su propio repertorio. Y pueden terminar asociando emociones confusas con ese contenido. El hecho de no entender exactamente lo que se dice no impide el impacto, al contrario, puede aumentar la curiosidad y llevarlos a buscar respuestas en lugares inapropiados — como entre los compañeros o en internet. Y esto puede abrir el camino al contacto con contenido sexualizado aún más explícito. Además, cuando este tipo de insinuaciones aparece todo el tiempo en los medios y redes sociales, se crea un ambiente en el que las palabras, gestos o bromas de carácter sexual se ven y repiten de manera trivial, cuando, en realidad, son temas que requieren madurez para ser tratados.
BdS: ¿Cómo pueden los padres identificar si sus hijos están consumiendo materiales con connotación sexual?
Leiliane: Existen algunas señales que pueden indicar esto. Por ejemplo: cambios bruscos en el comportamiento, como ansiedad, irritabilidad o aislamiento. Puede haber pérdida de interés por cosas que antes les gustaban mucho. Otro punto importante es cuando comienzan a usar términos o expresiones sexuales que no corresponden a su edad — o muestran una curiosidad exagerada por temas relacionados con el cuerpo o la sexualidad. También es importante prestar atención a conductas como la búsqueda constante de privacidad al utilizar dispositivos electrónicos, borrar el historial de navegación, esconder lo que están viendo o mostrar un interés repentino por canciones o videos con connotación sexualizada. Además, comportamientos como jugar con connotaciones sexuales, querer usar ropa sensual o maquillaje inapropiado para la edad, la caída en el rendimiento escolar y los trastornos del sueño, como insomnio o pesadillas, también pueden ser señales de alerta. Hay que recordar que estos signos no solo indican acceso a pornografía; pueden tener otras causas. Sin embargo, deben ser observados con atención, investigados con un diálogo abierto y, cuando sea necesario, buscar ayuda psicológica.
BdS: Hoy en día existen herramientas de control parental en varias plataformas. Sin embargo, ¿es prudente delegar toda nuestra responsabilidad a estas aplicaciones tecnológicas?
Leiliane: No, no se puede. Confiar solo en estos recursos puede dar una falsa sensación de seguridad, y eso es algo que he visto con frecuencia en las familias que acompaño. Pero la regla de oro es: ningún recurso tecnológico reemplaza la supervisión activa de los padres. Esa no es su función. Estos controles ayudan, claro, pero no son infalibles. Los algoritmos no siempre pueden identificar todo lo que es inapropiado, especialmente cuando surgen nuevas tendencias o cuando el lenguaje utilizado está disfrazado. Y los propios hijos, muchas veces, aprenden a evadir estas herramientas o acceden a contenidos inapropiados a través de otros perfiles y dispositivos.
BdS: Entonces, ¿qué medidas pueden adoptar las familias para proteger a los niños y adolescentes de este tipo de influencia?
Leiliane: No se puede proteger a los niños y adolescentes de la influencia de la pornografía y la erotización sin una Educación Sexual y Educación Digital, basadas en información clara y adecuada a la edad. Los padres deben hablar con los hijos sobre el cuerpo, el consentimiento, los límites y el respeto. También es fundamental supervisar el uso de dispositivos, usar controles parentales, enseñarles cómo navegar de forma segura y reconocer cuándo algo está mal. Pero no termina ahí. Los padres deben involucrarse activamente en la vida en línea de los hijos, interesarse de verdad por los juegos, aplicaciones y redes sociales que usan. Y más aún: deben ser ejemplos de equilibrio y responsabilidad en el uso de la tecnología. Establecer reglas claras, acordar horarios, fomentar actividades fuera de línea — como lectura, deportes, tiempo en familia — todo esto ayuda mucho. Otro punto esencial es construir una relación de confianza, para que el niño se sienta seguro de hablar sobre dudas o situaciones incómodas. Esta conexión emocional es una protección poderosa. Además, los padres deben seguir lo que está pasando en el mundo digital — nuevas aplicaciones, desafíos, tendencias — porque solo así pueden identificar rápidamente posibles riesgos. El problema es que muchos padres aún saben poco sobre tecnología, lo que dificulta el diálogo. Entonces, cuando combinamos educación sexual, educación digital y vínculo afectivo, estamos preparando verdaderamente a nuestros niños y adolescentes para enfrentar los desafíos del mundo virtual con más seguridad y responsabilidad.
BdS: Para finalizar, ¿qué más, en tu opinión, se puede hacer para minimizar este problema? ¿Quién más puede involucrarse en la protección de la infancia?
Leiliane: Definitivamente, la responsabilidad no es solo de la familia. Para proteger realmente a nuestros niños y adolescentes de la pornografía y la erotización, toda la sociedad debe involucrarse: la familia, la escuela, la iglesia, las plataformas digitales, los medios de comunicación y el propio gobierno.
1) Las escuelas tienen un papel enorme. Deben ir más allá del contenido tradicional y trabajar en proyectos continuos de educación sexual, digital y emocional, siempre de manera apropiada para la edad. Pueden crear espacios de diálogo e intercambio — como círculos de conversación, grupos con especialistas — e involucrar a toda la comunidad escolar, incluidos los padres. También es importante garantizar el acceso a apoyo psicológico, tanto para acoger a los alumnos expuestos como para ayudar a manejar temas delicados.
2) Las iglesias también tienen mucho que aportar. Pueden ser espacios seguros para el diálogo, tratando la sexualidad con valores, respeto y cuidado. Pueden organizar encuentros con familias y jóvenes sobre los riesgos del entorno digital, traer especialistas, distribuir materiales educativos, hacer campañas de concientización... todo esto ayuda mucho.
3) El gobierno también desempeña un papel fundamental en esta protección. Es responsabilidad del Estado crear y supervisar leyes que garanticen mayor seguridad digital, invertir y promover campañas de orientación, apoyar políticas públicas de protección a la infancia en línea y facilitar canales de denuncia y apoyo. Internet necesita ser un espacio más seguro, y eso implica exigir responsabilidades a las empresas de tecnología.
4) Por último, las plataformas digitales y los medios de comunicación también tienen su papel. Necesitan implementar filtros más eficientes, identificar rápidamente los contenidos inapropiados y ser transparentes con los usuarios sobre las medidas de seguridad.
Es la suma de todo esto — educación, diálogo, apoyo emocional y responsabilidad compartida — lo que nos permitirá crear un ambiente realmente seguro y saludable para el desarrollo de nuestros niños y adolescentes.
Fuentes:
https://algorithmwatch.org/en/instagram-algorithm-nudity
https://cetic.br/pt/tics/kidsonline/2024/criancas/C9