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¿Sueño o Pesadilla?

Qué hacer para que el parto sea más tranquilo y seguro.


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La llegada de un hijo es un momento único y muy esperado por la mayoría de las parejas. Pero la experiencia del período gestacional hasta el nacimiento del bebé no siempre es buena. A veces, está llena de preocupaciones, y a veces incluso llega a ser traumática. La elección de un buen obstetra para acompañar el prenatal es un paso indispensable y fundamental para la seguridad de la gestante. Aun así, con todos los cuidados, la mujer está susceptible de sufrir abusos, falta de respeto y maltratos durante ese período.

La ginecóloga y obstetra del Hospital Adventista de San Pablo, Stephani Gomes, afirma que la violencia puede partir de cualquier profesional y abarcar fallas estructurales en el sistema de salud de clínicas y hospitales.

Marceli Santos (pseudónimo) fue víctima de este problema cuando quedó embarazada por primera vez, en el año 2008. Durante las consultas en una clínica, su ginecólogo nunca habló acerca de la libreta de la gestante, documento prácticamente obligatorio, en el que constan informaciones importantes acerca de la salud de la paciente. De acuerdo con ella, el médico ni siquiera le pidió que tomara inmunizantes cruciales y, por falta de orientaciones, quedó sin las vacunas. “Como era mi primera gestación, no conocía los métodos correctos. Admito que no me preocupé en buscar información acerca de cómo debería ser el prenatal ideal. Tan solo creí en mi médico”, recuerda.

Además de la negligencia en privar a la gestante de cuidados importantes, el profesional realizó un procedimiento en el propio consultorio sin la autorización de la paciente. “Creí que él haría el examen del tacto, pero la agresividad me asustó y comencé a gritar de dolor, sin imaginar lo que estaba haciendo”, recuerda. El médico comunicó que había dislocado la bolsa para acelerar el parto, a pesar de que el bebé estaba con tan solo 34 semanas. El marido de Marceli también se asustó al ver el sangrado y se desmayó. La hija de la pareja nació al día siguiente, en una cesárea de emergencia, como consecuencia del sufrimiento fetal.

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Ser víctima de cualquier tipo de violencia trae consecuencias, aún más en un período en el que la mujer está más sensible debido a las hormonas del embarazo. La doctora Giuliana resalta que “la repercusión de la violencia obstétrica afecta a la calidad de vida de las mujeres, y puede resultar en trastornos emocionales, traumas, depresión, dificultades en la vida sexual, entre otros”.

La historia de Marceli, tuvo un final feliz. “Gracias a Dios, a mi familia y a la intervención de otros médicos, mi hija nació sana y hoy ya tiene 14 años”, relata. “A pesar de los traumas que viví, ser madre fue una bendición de Dios”.

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