Además de herramienta de soporte, de respuestas y, en muchas situaciones, de denuncias de violencia, Internet puede ser, por otro lado, el propio medio por el cual se cometen agresiones. Estudios concluyen que las víctimas de ciberacoso, es decir, quienes son hostilizados en la web, presentan mayor riesgo de pensar en el suicidio y hasta de llegar a quitarse la vida. Una de esas investigaciones, realizada con siete mil estudiantes en Italia, señaló que el once por ciento de las víctimas de ciberacoso intentaron suicidarse.
Conversar con quien pasó por ese tipo de situación puede evitar el deseo de poner fin a la propia vida, explica la psicóloga Simone Bohry, que hace algunos años atiende a personas que viven con ese dilema. Magíster en Psicología Clínica y Cultura y especialista en Neuropsicología y Terapia
Cognitivo Comportamental, ella explica cómo enfrentar este fenómeno moderno.
¿Cuáles son las diferencias entre el bullying y el ciberacoso?
El bullying es el comportamiento agresivo, intencional y frecuente en el que el agresor está en una posición asimétrica con relación a la víctima, sea porque es más fuerte, más grande o porque tiene algún tipo de ascendencia sobre el abusado. En esos casos, la víctima conoce al agresor y se siente amenazada en su presencia.
Si el bullying es limitado en términos de tiempo y espacio, el ciberacoso, no.
El ciberacoso tampoco involucra, necesariamente, una relación asimétrica entre el agresor y la víctima; en realidad, ellos generalmente ni se conocen. Sin embargo, es exactamente el anonimato lo que transforma al ciberacoso en una acción más hostil, al tiempo que la exposición en los medios digitales favorece la propagación y la visibilidad de esas ofensas.
¿Cómo pueden evitar los padres que los hijos pasen por esa situación?
Principalmente, los adolescentes y las personas del sexo femenino son los más vulnerables al ciberacoso; por eso, es fundamental la orientación de los padres. Ellos deben con- versar con los hijos sobre el asunto, estipular horarios para el uso de Internet, acompañar- los por medio del historial del navegador; además de instalar programas de seguridad que controlen el acceso a determina- das páginas. También deben instruir a los hijos para que no acepten invitaciones de extraños en las redes sociales, y deberían intentar conocer a todos los amigos de sus hijos. Si el bullying virtual ocurre, el niño o el adolescente deberían conversar inmediatamente sobre eso con alguien de confianza; de preferencia, los padres.
¿Cuáles son los cuidados que los adultos deben tener para prevenir el ciberacoso?
Deben evitar la publicación de fotos, videos e información personales, así como publicar en las redes sociales cualquier contenido sin reflexionar, principalmente cuando está motivado por el enojo o la indignación. Si ocurre una agresión en una red social, lo primero que se debe hacer es excluir al agresor de la lista de amigos (si es que está en ella), bloquearlo y denunciarlo en la página, para que no tenga más acceso a tu página. Esto es importante: una agresión nunca debe ser respondida.
¿Qué tipo de documentación puede reunir la víctima para denunciar al agresor?
Las publicaciones y el envío de mensajes agresivos pueden tener implicancias judiciales; entonces, es importante saber identificar el IP (identificación del dispositivo en Inter- net) para reconocer el aparato utilizado en la situación. Todos los mensajes deben ser impresos con fecha y hora, para los debidos fines judiciales contra el agresor. Las propias redes sociales presentan mecanismos de denuncias de ciberacoso.
El hecho es que lo que se busca o se publica en Internet generalmente es apenas un reflejo de lo que la persona vive cuando está fuera de línea. Por eso, la calidad de las relaciones, la práctica de actividades físicas, una alimentación saludable, la satisfacción con el trabajo y el cuidado de las emociones y la espiritualidad determinan si el uso de la tecnología será equilibrado o no.
¿Es posible identificar cuando alguien está pensando en suicidarse, sea por causa del ciberacoso o por cualquier otro motivo?
Se estima que el 90% de los suicidios pue- den ser prevenidos. De ahí nace la necesidad de conversar abiertamente sobre eso, como se está haciendo en esta revista, a fin de que haya tiempo para una intervención eficaz.
Se debe prestar atención a frases sutiles como “No aguanto más”, “Soy un perdedor”, “Solamente causo problemas” o “Preferiría estar muerto”. Estos son mensajes indicativos de que la persona presenta dificultades para enfrentar la realidad. El simple hecho de que alguien lo escuche ya proporciona cierto alivio emocional.
Existen cuatro señales de alerta que potencian el comportamiento suicida. Son conocidas como las cuatro “D”: depresión, desesperación, desesperanza y desamparo. Y si la persona presenta comportamiento impulsivo, el riesgo se hace inminente.
Alguien que planifica quitarse la vida también puede dar indicios de sus intenciones en las redes sociales, porque son espacios en que los usuarios se sienten más libres para exponer sus ideas, y acaban señalando que algo no va bien, en una especie de pedido de socorro, de auxilio.
Además de esto, es muy importante prestar atención a cambios bruscos de comporta- miento. Además, retirar objetos de potencial riesgo del ambiente, como medicamentos, cuchillos, venenos; y dirigir a la persona a un profesional especializado, sea un psiquiatra o un psicólogo.