Existen muchas razones para no consumir pornografía. También son muchas las razones por las que intenta justificarse quien consume este tipo de contenido. Ya tratamos aquí en textos anteriores estos dos asuntos. Hoy, nos gustaría hablar un poco sobre espectadores participantes.
Mucha gente piensa que observar algo es una actividad inocente, pasiva. Ya sea mediante una película violenta, una novela llena de escenas de adulterio y mentiras, o videos con contenido pornográfico, a quien le gusta estas cosas le parece verse lejos de la práctica de eso que está viendo. “Yo no mataría a nadie”, “yo no traicionaría a mi esposo”, “yo no abusaría de una mujer”, pueden decir así los que se sienten meros espectadores. Sin embargo, ellos participan más de lo que piensan de esos actos.
Esto es lo que entendemos cuando conocemos las llamadas “neuronas espejo”. Al estudiar el consumo de pornografía y sus efectos a un nivel neurológico, Struthers (2009), citado por Lopes (2013), verificó que la exposición a este tipo de imágenes crea vías neuronales que se hacen automáticas y tienen influencia en la interacción con las mujeres. Según el autor, cualquier mujer puede llegar a ser una estrella porno a los ojos de los hombres que consumen pornografía.
Cuando contemplamos un comportamiento, las neuronas espejo se activan de manera que el cerebro reacciona como si estuviéramos comportándonos de esa manera y no solo contemplando el comportamiento. Cuando un sujeto mira pornografía, estas células hacen que el cerebro reaccione como si él mismo estuviera involucrado en el acto sexual. La experiencia neurológica que se tiene frente de una película pornográfica, según el autor, es entonces una experiencia de un participante vicario.
Es de esperar que, con el tiempo, esta mente constantemente sometida a estímulos pornográficos se comporte de manera inadecuada para con el sexo opuesto, pues estará sin sensibilidad en cuanto a la objetivación de la mujer. Esto puede darse de diversas formas: desde comportamientos simples de la vida diaria, como tratar con inferioridad a la mujer, hasta comportamientos más complejos, como tratarla con violencia sexualmente (aunque esta relación sexual se dé dentro del matrimonio). La forma como nuestra mente asimila algo, orienta la forma como actuamos.
“Hay una ley de la naturaleza intelectual y espiritual según la cual modificamos nuestro ser mediante la contemplación. La inteligencia se adapta gradualmente a los asuntos en que se ocupa. Se asimila lo que se acostumbra a amar y a reverenciar” (EGW, Mente, carácter y personalidad, t. 1, p. 339).
Referencia:
LOPES, A.S.S.P. Consumo de pornografía en Internet, Avaliação das Atitudes Face à Sexualidade e Crenças sobre a Violência Sexual [Evaluación de las actitudes frente a la sexualidad y creencias sobre la violencia sexual], 2013. Disertación (Maestría en Psicología Clínica y Consejería) – Departamento de Psicología y Sociología, Universidad Autónoma de Lisboa, Lisboa, 2013.