Diversión inofensiva. Es lo que algunos dicen que es la pornografía. Y si hablamos de perjuicios generados por el consumo de este tipo de contenido, muchos se manifiestan diciendo que esto no pasa de puro moralismo. ¿Será que el consumo de pornografía es algo tan inofensivo, así? ¿Será que los argumentos contra el consumo de pornografía no pasan de argumentos moralistas?
Pregúntele a un joven entre 20 y 30 años, consumidor de pornografía, que está con graves problemas en el momento del acto sexual con una mujer real. Es posible que reconozca que no hay nada de moralismo en admitir los daños causados por el consumo de pornografía, en su performance sexual.
De acuerdo con un estudio realizado por Marnia Robinson, la exposición a imágenes y películas ha perjudicado la vida sexual de muchos jóvenes. La impotencia dejó de ser un problema asociado solo a los hombres de edad media, para ser un problema también de jóvenes que, teóricamente, están en el auge de su vida sexual. El exceso de estimulación estaría llevando a jóvenes a necesitar experiencias cada vez más intensas para conseguir obtener excitación sexual.
Lógicamente, dentro de una relación amorosa esto genera algunos problemas graves. La esposa comienza a no comprender por qué el marido tiene más placer frente a una computadora que con ella. Algunos maridos se aventuran a experiencias extraconyugales con diversas personas a fin de obtener una estimulación sexual mayor. La vida sexual, parte importante de la vida conyugal, entra en crisis, y muchas veces termina en adulterio y divorcio.
No hay nada de divertido en ser incapaz de obtener satisfacción sexual con la persona que usted ama. Y cualquier cosa que pueda cooperar con esa incapacidad no puede ser considerada una diversión inofensiva.