Sentada frente al consejero matrimonial, ella cuenta “No nací en una familia feliz, ¿sabe? Por eso, cuando me casé con él estaba buscando la felicidad”. Este párrafo es parte de un lamento. La mujer se desahogaba porque acababa de saber que su esposo la había traicionado. Ella lloraba. En la sala de al lado estaba el marido, abatido, diciendo constantemente que no sabía cómo había dejado que las cosas llegaran a ese punto, que estaba arrepentido, y que le gustaría volver al pasado y hacer todas las cosas correctamente...
La noticia del diario es impactante. Una jovencita de doce años es golpeada por sus compañeros de la escuela en la cual estudia. Lamentablemente, lo más impactante no es esto, sino que entre los agresores estaba su propio hermano, dos años mayor que ella.
La madre llega al trabajo con una hija de cuatro años. La pequeña no estaba matriculada en ninguna guardería; se quedaba en la casa con sus dos hermanos. Ahora ya no era posible, porque uno de ellos había sido sorprendido tratando de abusar sexualmente de la niña.
La pareja se estaba preparando para irse a dormir, sin embargo, escucha un terrible barullo. En la casa lindera, vive otro matrimonio. Todos los fines de semana sucede lo mismo: pelean, rompen cosas, gritan, se maldicen uno al otro. Toda esta situación termina solamente cuando llega la policía.
La puerta se abre y el padre entra. Parece enojado, diciendo tonterías y caminando a los tropezones. Con los pantalones mojados, entra oliendo a orina y “pinga” (bebida alcohólica destilada, muy común en el Brasil). Intenta golpear a la madre y a las criaturas. Esta vez no lo logra, de tan ebrio que está. Aun así, el hijo más pequeñito llora, no le gusta ver a su padre así.
Encendemos la televisión y vemos comerciales mágicos, con familias lindas, sonrientes, felices; vemos matrimonios que se miran con cariño, y que caminan tomados de la mano. A pesar de que esta magia puede ser posible –porque es posible tener una familia feliz–, en realidad, lo que la sociedad actual ha venido produciendo es un gran número de familias infelices.
De acuerdo con lo expresado por Vinícius Farani, psicólogo y con una maestría en Familia por la Sociedad Contemporánea, nos confirma que es dentro de nuestro hogar que estamos en nuestra totalidad, es decir, nadie se muestra parcialmente estando con la familia. En la familia “yo soy un sujeto pleno, con todas mis posibilidades y todas mis dificultades. Dentro de mi relación familiar, me voy a presentar con todo aquello que puedo desarrollar. Al mismo tiempo, también voy a exhibir muchas veces mi lado más perverso. Voy a mostrar mis mayores fragilidades y dificultades, inclusive mis patologías. Dentro de la familia, nos
sentimos libres para ser los mejores o los peores, y para mostrar el lado oscuro que todas las personas tienen. En la escuela o en el trabajo, tengo relaciones momentáneas, parciales. Dentro de la familia, las relaciones son plenas. Y es por eso que en familia puede aparecer el mayor bien de la humanidad que es el cuidado, el cariño, el abrigo, la satisfacción; sin embargo, al mismo tiempo, pueden suceder grandes tragedias, como crímenes pasionales y abandono de los hijos”.
El núcleo familiar debería ser el ambiente de mayor protección para las personas; no obstante, es difícil ver a la familia como un puerto o lugar seguro, si sus miembros solamente conversan gritándose unos a otros, comunicándo-se con sarcasmo y humillándose mutuamente, no respetando la opinión ajena, y cada uno preocupándose más solamente de sí mismo que del conjunto.
¿Dónde radica el problema? Con toda seguridad que no está en la voluntad. Todos quieren pertenecer a una familia feliz, con quienes sea agradable estar. ¿Qué se necesita para tener buenas y satisfactorias interrelaciones familiares?
Dolores Curran, consultora para asuntos relacionados con la familia y la educación de los hijos, admite que muchas familias tienen problemas, pero “necesitamos ver el lado positivo de la vida familiar”. Analizando una investigación realizada con personas que trabajan con familias, Curran llegó a la conclusión de que en las familias bien ajustadas:
Los miembros se comunican y se escuchan unos a los otros.
No solamente en las relaciones interfamiliares, sino también en las demás, como las del trabajo o entre amigos, la comunicación es muy importante. Comunicar implica tener un emisor, un mensaje y un receptor. Para que la comunicación sea eficaz, el emisor y el receptor deben ir intercambiando sus funciones. Uno habla, el otro escucha; luego, el otro habla y uno escucha. Lamentablemente, esta es una frase muy común: “¡Tú nunca escuchas una palabra de lo que digo!”. El diálogo familiar es importante para acercar a las personas, y para detectar y resolver problemas. Desconecten el televisor, para tener sesiones de charla informal, y eso no debe ser hecho solamente cuando perciban que hay enojo flotando en el ambiente, sino además debe darse en los momentos tranquilos y relajados.
Existen apoyo y estímulos mutuos.
Para tener una familia saludable, será necesario que sus miembros trabajen juntos por el bien de todos. Una buena relación entre los padres brinda seguridad y estabilidad a los hijos. La valorización y el respeto entre los miembros de la familia proveen bienestar y más amor en el hogar. Es por eso que será bueno festejar las promociones y las mejoras en las notas; que arregle la cama sin que lo hayan solicitado; que ayude a lavar los platos o el automóvil voluntariamente. Esas pequeñas acciones son fáciles de ser ejecutadas y ayudan a mejorar el ambiente familiar.
Los miembros aprenden a respetarse mutuamente.
Todos los seres humanos tienen valor y son dignos de nuestro respeto. Puede ser difícil practicar el respeto, en una sociedad que nos enseña continuamente la intolerancia y el individualismo. Dentro de la familia, es necesario nutrir un estilo de vida que tenga en cuenta los derechos de los demás. De ninguna manera esto significa ser connivente con los actos erróneos o condenables. Los errores deben ser castigados y tener sus consecuencias. Sin embargo, aun considerando esto, las personas que cometen errores necesitan saber que alguien se preocupa por ellas, y que también son amadas.
Existe un clima de humor y juegos.
Las familias felices saben cómo manejar el humor sin herir a las personas. Se permiten momentos de diversión y relajación. Y al mismo tiempo, si alguna broma se excede de las formas, molestando o lastimando a alguien, es justo decir “¡Discúlpame! ¡No pensé que esto pudiese molestarte!”. Y eso es válido para cualquier miembro de la familia.
Las responsabilidades domésticas son compartidas.
A fin de que la familia se mantenga bien en armonía y que todos puedan disfrutar de momentos de descanso y ocio, cada miembro debe saber que tiene que contribuir con algún trabajo, a fin de mantener el orden en el ambiente familiar. Si bien una criatura no podrá recibir grandes responsabilidades, tiene la capacidad para organizar su espacio, sus juguetes y su habitación. La disposición para ayudar es preferible a la perfección. Es por esto que no debes sentirte incómodo si las tareas, al principio, no se realizan perfectamente; aunque deberán mejorar con el tiempo. Cada miembro de la familia debe ser estimulado para que sea responsable por algunas cosas, aunque sean pequeñas: en los gastos, en la atención del hogar, o en el cuidado del bienestar mutuo. Esto también ayudará a los más pequeños a desarrollar responsabilidades para la vida adulta.
Los miembros de la familia aprenden la diferencia entre lo correcto y lo equivocado.
La familia tiene un papel fundamental en la construcción de la noción de la justicia y de la moral del individuo, en todos los aspectos y en cualquier lugar del mundo o de su cultura. Es indiscutible su influencia en la formación del ciudadano. Es dentro de la familia que aprendemos que el mundo es un ambiente de recompensas y de castigos, basados en nuestro comportamiento. Ignorar, o aprobar, actos condenables no generará buenos ciudadanos. Es en la familia que loa niños aprenden qué es vivir en sociedad. Es por esto que debe ensenárseles a detectar cuáles son las cosas correctas y cuáles no lo son.
Los lazos de familia son muy fuertes y existe respeto por las tradiciones.
Las tradiciones familiares son capaces de unir el pasado, el presente y el futuro. Las conmemoraciones que reúnen a la familia y que promueven la interacción de sus miembros son muy importantes y deben ser valoradas. El respeto por el otro debe ser visto tanto para con los ancianos, como en el trato hacia los recién nacidos.
Las creencias religiosas son compartidas por todos.
La fe es un aspecto muy importante en el núcleo familiar. Cuando los miembros de la familia no tienen los mismos intereses ni siguen las mismas doctrinas, es más fácil que surjan desavenencias por cuestiones espirituales. Por otra parte, la fe, cuando está aliada con una familia saludable, es garantía de seguridad y de esperanza en momentos de crisis.
Existe respeto por las individualidades.
Los padres deben tener responsabilidad total sobre los hijos pequeños, pero a medida que van creciendo, los hijos deberán sentirse motivados para ser independientes y asumir la responsabilidad por sus propias vidas. Para los padres, esto incluye el doloroso acto de permitir que, en determinado momento, los hijos comiencen a decidir por su propia cuenta. Para los hijos, marca la preparación para la vida, teniendo en cuenta las enseñanzas que han recibido a lo largo del tiempo que estuvieron bajo la tutela paterna.
Los períodos de ocio son compartidos por todos.
Pasar tiempo estando juntos es primordial para el mantenimiento de la familia. Las escuelas y las iglesias, en sus programas familiares, hacen un interesante juego, en el cual los matrimonios responden acerca de lo que saben uno del otro, los padres responden sobre lo que saben de los hijos, y los hijos, a su vez, contestan sobre lo que saben de los padres. Resulta muy triste constatar que muchas veces no sabemos demasiado acerca de aquelllos que vivimos bajo el mismo techo. Eso puede resolverse cuando la familia reserva tiempo para pasar juntos, para el ocio compartido, para divertirse, conversar y tener buenos momentos.
Las personas admiten sus dificultades y buscan ayuda para resolverlas.
La familia feliz existe, porque decidió ser así; no obstante, todas las familias tienen problemas. La gran pregunta es cómo manejar los problemas cuando estos aparecen. Si fuera algo pequeño, tal vez podrá ser resuelto rápidamente. Sin embargo, existen crisis que encontrarían sus soluciones si fuesen tratadas por profesionales. Muchas veces las familias no resuelven sus problemas, los dejan de lado, se conforman con la idea de que las cosas sean siempre así, y los problemas se van acumulando a lo largo del tiempo. Esa acumulación puede tener consecuencias bastante trágicas. Por otro lado, las familias pueden construir una red de apoyo. Después de todo, es dentro de la familia que se puede aprender a luchar con las diversas dificultades de la condición humana. Es importante reconocer el problema desde su comienzo, cuando es más fácil tratarlo. Así, resultará necesario estar atento a los indicios de abuso, malos tratos, violencia, dificultades de aprendizaje, tentativas de suicidio y de asesinato, posibilidades de embarazo en la adolescencia, dependencia del alcohol y de otras drogas Y entonces, una vez detectado el problema, se deberá buscar ayuda, inmediatamente.
A fin de que las relaciones sociales puedan ser saludables es necesario que exista, por sobre todas las cosas, buena voluntad y disposición. ¿Tú quieres tener una familia feliz y bien estructurada? ¿Qué estás haciendo para convertir este deseo en realidad? Marco Lamarques tiene un programa diario en la Rádio Novo Tempo (Radio Nuevo Tiempo) llamado NT em Familia (Nuevo Tiempo en Familia). Él concluye cada programa con la misma frase: “¡La felicidad de mi matrimonio comienza conmigo!”. Quizás podamos transferir este lema a nuestra familia: “¡La felicidad de mi familia comienza conmigo!”. Si cada uno hiciera su mejor esfuerzo para atender a las necesidades de la familia, si realmente se preocuparan por sus seres más cercanos, sería mucho más fácil vencer las adversidades que surgieran e implantar el amor a su alrededor. Agregado a esto, el mismo Lamarques menciona que, “cuando entendemos que podemos comenzar a manejar nuestras interrelaciones por nosotros mismos, somos nosotros mismos los más beneficiados”.