Hombres y mujeres son, diariamente, víctimas y consumidores de la pornografía. En realidad, en el universo de la pornografía existen ofertas para todos los gustos, edades, géneros y preferencias.
Los estudiosos verificaron, en los últimos años, que mientras los sujetos de sexo masculino prefieren el consumo de imágenes pornográficas, generalmente como actividad solitaria teniendo como fin la masturbación, las mujeres prefieren las salas de charlas sobre sexo, buscando algo más relacional. Las mujeres tienden a usar los supuestos beneficios de la pornografía para sentirse más desinhibidas y estimuladas sexualmente, inclusive dentro de la relación conyugal. En cambio los hombres, tienden a mantener esta actividad de consumo en un nivel más privado.
¿Y cómo quedan las relaciones afectivas? ¿Cómo mantener una relación conyugal sana teniendo la presencia de terceros, ya sea en forma de imagen, o charlas, en la intimidad de la pareja?
Mucha gente argumenta que el consumo de pornografía es beneficioso para la relación conyugal. Sin embargo, quejas y más quejas llegan a los consultorios sicológicos por parte de hombres y mujeres acerca de este asunto. Relaciones que terminan, personas que se sienten traicionadas, como consecuencia del hábito de la masturbación el marido no consigue tener un rendimiento satisfactorio en la relación sexual, la vida sexual con la esposa no es algo tan estimulante como las escenas de sexo explícito que ven en las películas... estas son consecuencias graves para el matrimonio, la familia y cada uno de sus integrantes.
Si deseamos tener una sociedad compuesta por familias que vivan en armonía, donde los hijos crezcan lejos de escenas de conflictos conyugales, en que hombre y mujer puedan sentirse plenamente realizados en la relación sexual, necesitamos entender que los contenidos pornográficos deben ser mantenidos fuera de la vida de los miembros de ese hogar. Se puede evitar mucho sufrimiento cuando optamos por mantener a nuestra familia distante del mundo ilusorio de la pornografía.