Cómo las redes sociales están moldeando comportamientos, y qué podemos hacer al respecto.

En un día cualquiera, al ingresar a las redes sociales, parece que todos están publicando lo mismo: esto puede indicar que una nueva tendencia se ha vuelto viral. Desde bailes hasta maquillaje, pasando por videos de animales, doblajes y todo lo que la creatividad invente: las tendencias parecen ser una forma rápida de ganar visibilidad en internet. Sin embargo, los desafíos inusitados no siempre son inofensivos. Muchas tendencias pueden ser, en realidad, bastante peligrosas. Y cuando una tendencia arriesgada llega a un niño o adolescente que no identifica el riesgo, el resultado puede ser una tragedia.
Una mirada sociocultural a este fenómeno ayuda a esclarecer por qué los desafíos virales pueden ser tan atractivos. El publicista y magíster en comunicación y cultura, Geyvison Ludugério, explica que las tendencias funcionan como un efecto manada. “Las personas en internet perciben que algo está de moda y ven la oportunidad de formar parte de un grupo social, de sentirse parte del brillo. Una tendencia no es más que todos haciendo lo mismo”, comenta. También destaca algunos factores que facilitan la adhesión de las personas a las tendencias virales. “Suelen ser fáciles de replicar, no toman mucho tiempo y no requieren una tecnología muy avanzada, por lo que cualquiera puede hacerlo”, detalla.
Para la psicóloga Eneida Torres, doctora en psicología educacional, estos son aspectos que hacen que las tendencias sean aún más atractivas para el público adolescente. Reitera que tanto adolescentes como adultos siguen tendencias porque el contenido breve y replicable puede funcionar como un atajo mental, ahorrando tiempo y esfuerzo en los procesos de pensamiento necesarios para tomar decisiones. Sin embargo, en el caso del adolescente, hay otras implicaciones. “La búsqueda de novedades es mayor. Además, en esta etapa, la aceptación es determinante para obtener la sensación de bienestar y, para formar parte de un grupo, es necesario hacer lo que todos están haciendo”, explica. Eneida también destaca que las recompensas sociales que implican la sensación de reconocimiento a través de los 'me gusta', compartidos o comentarios recibidos, activan partes del cerebro que estimulan la circulación de hormonas de la felicidad: dopamina y oxitocina. “Como los adolescentes están en busca de desarrollar una identidad distinta a la de los adultos con quienes conviven, principalmente los padres, esta respuesta emocional es extremadamente gratificante”, aclara la psicóloga. También resalta otro riesgo derivado de esta etapa: “esas mismas regiones estimuladas en el cerebro están cerca de otras que desarrollan la motivación y la acción, lo que puede llevar a comportamientos más impulsivos”.
Ellos no ven el riesgo — y hay una explicación para eso
Solo este año, en Brasil, los periódicos informaron sobre la muerte de dos niñas tras inhalar desodorante en aerosol debido a una tendencia en las redes sociales. Y los ejemplos de desafíos peligrosos circulando actualmente, dirigidos al público infantil y adolescente, son innumerables y pueden involucrar: incitar la violencia contra otros grupos sociales, tomar grandes dosis de medicamentos sin prescripción médica de una sola vez, mutilar o quemar el propio cuerpo, inducir la tristeza y provocar el llanto frente a la cámara, dar una patada o incluso estrangular a un compañero hasta causar un desmayo: todo por el compromiso. “Son desafíos que ponen en riesgo la vida, que pueden involucrar noticias falsas y que explotan la ansiedad”, señala Eneida. ¿Quién no recuerda también el juego de la “Ballena Azul”, que puso en alerta a tantos padres en 2017? El conjunto de propuestas del juego estimulaba comportamientos de riesgo y podía conducir a los jugadores incluso al suicidio.
Los riesgos de adherirse a desafíos como este parecen bastante obvios, pero Eneida destaca que niños y adolescentes tienen una conciencia del peligro muy diferente a la de un adulto. Esto significa que, para ellos, la amenaza puede no ser tan visible. “El cerebro en desarrollo es impulsivo, movido por el placer y por resultados de competiciones estimulantes. De esta forma, no puede reflexionar o percibir posibles consecuencias”, aclara. La psicóloga también resalta, una vez más, el peso de la necesidad de sentirse aceptado durante esta etapa de la vida. “Ser incapaz de participar en una conversación porque no sabe cómo fue la última película estrenada o lo que ocurrió en una tendencia viral es más importante que pensar en las consecuencias”, enfatiza.
Supervisar no es suficiente: debemos dialogar
Puede ser particularmente difícil supervisar el acceso de niños y adolescentes a este tipo de contenido. Como destaca Eneida, “los desafíos virales se propagan antes de que los adultos se den cuenta de lo que está sucediendo”. Geyvison, que es publicista y magíster en comunicación y cultura, amplía esta cuestión. Explica que las tendencias que se vuelven virales son un pequeño porcentaje frente a la cantidad de otras que permanecen restringidas a sus nichos de origen. “No podemos mapear todas ellas. Para niños y adolescentes que les gusta bailar, o jugar, o escuchar música pesada, siempre hay una tendencia dentro de su nicho que quizás nadie más conoce, pero ellos sí. Toda burbuja social, todo ciclo social, todo nicho tiene una tendencia en movimiento todo el tiempo”, detalla.
Una investigación de Kaspersky, publicada en 2019 y realizada con más de 8 mil madres y padres de 20 países, ejemplifica esta realidad. Se les preguntó cuáles, entre nueve tipos de amenazas a la seguridad en el entorno virtual, habían percibido o experimentado con sus hijos. Solo el 13 % reportó casos de cyberbullying, el 14 % afirmó que sus hijos recibieron mensajes anónimos que incentivaban actos violentos o inapropiados, y el 27 % señaló que los menores habían estado expuestos a algún tipo de contenido perjudicial. En contraste, el 40 % de los padres declaró no haber enfrentado ninguna de las amenazas mencionadas. El estudio sugiere que, tal vez, muchos padres no sean plenamente conscientes de la realidad que viven niñas, niños y adolescentes en internet.
Además, el estudio reveló la dificultad que tienen muchos padres para hablar del tema. Casi el 90 % utiliza algún mecanismo manual o tecnológico para monitorear la actividad en línea de sus hijos, y el 81 % reconoce que tiene la responsabilidad de orientarlos respecto a los riesgos del entorno digital. Sin embargo, al ser consultados sobre el tiempo dedicado a ese diálogo durante el período entre los 7 y los 12 años, el resultado muestra una gran brecha: solo el 11 % estimó haber dedicado, en total y a lo largo de esos seis años, unas dos horas para conversar al respecto con sus hijos. Las dificultades mencionadas son diversas: explicar de una forma que ellos comprendan (60 %), lograr que se tomen el tema en serio (51 %) y evitar asustarlos demasiado (33 %) están entre los principales desafíos.
La psicóloga y doctora en psicología educativa Eneida Torres señala que, aunque sea difícil, conversar sigue siendo el mejor factor de protección.“Siempre el mejor camino es el diálogo y esto implica, inicialmente, saber escuchar más que hablar”, indica. También resalta que los adolescentes entienden cuando los motivos son coherentes, y que puede ser útil hacer una presentación práctica de las posibles consecuencias de sus actitudes. “Padres y responsables pueden hacer, junto con sus adolescentes, búsquedas en internet sobre casos en los que las consecuencias fueron negativas”, orienta.
La vida no es un juego — y la ficción puede ayudar a demostrarlo
La guionista y madre Luciana Costa decidió actuar cuando se vio frente a una realidad aterradora que desconocía por completo. Un día, su hija llegó a casa relatando un caso de ciberacoso que estaba ocurriendo con una compañera de clase: había un grupo en WhatsApp donde se compartían “bromas” y provocaciones sobre la compañera. Cuenta que esto ocurrió en la misma época en que el juego “Ballena Azul” estaba en auge. “Me quedé perpleja al pensar que un total extraño tenía acceso a la mente de esos niños, que supuestamente estaban seguros dentro de sus casas, en sus habitaciones”, relata. Al realizar una investigación, leer reportajes y conversar con algunos adolescentes, entendió la gravedad de la situación. “Los niños estaban inmersos en un problema virtual con consecuencias muy reales. Esto me hizo reflexionar sobre cómo ayudar, cómo mostrar a esta generación y a los responsables, sean padres o profesores, que esas ‘bromas’ eran preocupantes”, narra.
Así surgió la idea de escribir el guión que dio origen a la serie "-10: La Vida No es un Juego", una producción de Feliz 7 Play. En la primera temporada, la serie muestra cómo la rutina de un grupo de adolescentes se transforma después de que uno de ellos decide participar en un juego en línea que los insta a cumplir desafíos establecidos por administradores anónimos. Luciana cuenta que el objetivo de la producción era servir como una alerta. "En un mundo lleno de información distorsionada, los padres deben estar más presentes que nunca y evaluar el impacto de las redes sociales en la infancia y adolescencia", evalúa. Y funcionó. "Durante un tiempo, fue necesario mantener un canal para quienes buscaban ayuda, surgieron muchos relatos", cuenta.
Luciana cree que la serie puede ser una herramienta muy útil para abrir el canal de comunicación entre padres e hijos y generar cambios de comportamiento en ambos lados. "Con las historias, los padres pueden ver la importancia de ofrecer apoyo y comprensión, y reconocer los desafíos que enfrentan los adolescentes", afirma. Y propone que los padres usen las situaciones vividas por los personajes para concientizar a sus hijos sobre los riesgos. "Los padres pueden incentivar a los hijos a reflexionar sobre sus decisiones al mostrarles el desenlace de cada personaje y reflexionar juntos: ‘¿Cómo habría sido si hubieran tomado caminos diferentes?’ Esto puede ser muy enriquecedor", sugiere la guionista.
En la segunda temporada, lanzada en 2024, por ejemplo, uno de los personajes enfrenta una situación extrema. Ella entra en lo que los jugadores llaman "arena" y es desafiada a realizar actos aterradores, todo esto siendo transmitido en línea, en una escena bastante realista. La propuesta del guión es justamente provocar reflexión. "La serie demuestra las consecuencias reales de estas prácticas, ampliando la percepción de los peligros de internet. Explora cómo estas tendencias pueden interferir en la salud mental de los jóvenes y muestra que, sin un cambio en la conciencia sobre el tema, los efectos pueden ser permanentes y perjudiciales para la vida de los involucrados", destaca Luciana.
La psicóloga y doctora Eneida Torres refuerza que la reducción de la influencia negativa de las redes sociales sobre niños y adolescentes es un proceso que requiere esfuerzo y paciencia, pero los frutos son duraderos. "Esto ocurre a partir de la construcción de relaciones saludables y equilibradas con los adultos en el hogar. Lleva tiempo, especialmente cuando las familias ya no saben convivir alrededor de la mesa conversando o con un juego de mesa. Pero, ese es el camino: fortalecer los lazos familiares", afirma. También recomienda participar en grupos que ofrezcan experiencias constructivas —como deportes, aventureros, conquistadores e iniciativas comunitarias— como una forma de ampliar la red de protección alrededor de los jóvenes.
En este sentido, la serie "-10: La Vida No es un Juego" también puede funcionar como herramienta de apoyo. La guionista Luciana Costa enfatiza que la producción no se limita a alertar sobre los peligros, también busca señalar mejores caminos. "No quería solo mostrar lo que no se debe hacer, sino también lo que se debe hacer: ser una buena influencia, cultivar integridad y carácter, y transmitir un sentido de propósito", afirma. Como guionista —y como madre— Luciana cree que la presencia y el diálogo son fundamentales en esta fase de madurez, muchas veces marcada por inseguridades y conflictos. "Es fundamental fomentar el respeto al prójimo, el amor, tal como se enseña en la Biblia. Con apoyo familiar y confianza, los jóvenes pueden superar estos desafíos y entender que la vida no es un juego", concluye.
Para ver la serie, haz clic aquí:
Feliz7Play: https://feliz7play.com/es/c/10-la-vida-no-es-un-juego
Fuentes:
https://www.kaspersky.com/about/press-releases/parents-are-worried-about-their-childs-online-safety