Recientemente una madre me preguntó cómo podría prevenir que su hijo consumiera pornografía. Una vez que el acceso a contenidos pornográficos es tan fácil actualmente, la prevención se torna una tarea verdaderamente desafiante para los padres. No creo que haya una forma de impedir completamente al niño o adolescente que entre en contacto con contenidos pornográficos, porque eso puede ocurrir inclusive de forma accidental. Lo que podemos hacer, con toda certeza, es darles una educación que los capacite para alejarse de este tipo de contenido.
Algunos especialistas defienden que la escuela debe proveer educación sexual a niños y adolescentes, como forma de prevenir el consumo de pornografía. Nosotros defendemos que esta es una responsabilidad de los padres. No podemos transferir a la escuela la responsabilidad de instruir en asuntos como éstos, que están permeados no solo por conocimientos de fisiología, sino que también por cuestiones morales y muchas veces religiosas.
Pero estos especialistas están en lo correcto cuando defienden que el asunto debe ser abordado. El tabú no impide que el niño tenga acceso a temas relacionados con el sexo. En verdad, facilita el acceso a las informaciones menos confiables, generalmente transmitidas por los compañeros o los medios.
Entonces, ¿cómo hacer esto? ¿Llamo a mi hijo o a mi hija para una conversación y digo todo sobre sexo a él o a ella? El abordaje de este asunto no debe ser algo mecánico o formal. Al contrario, puede (y debe) ser natural. Podemos responder las preguntas que los niños hacen naturalmente, utilizando un lenguaje que sea accesible para ellos. Podemos enseñarles los nombres correctos de sus órganos genitales, al revés de usar apodos diversos. Podemos aprovechar alguna noticia como disparador para conversar con los adolescentes sobre la opinión de ellos acerca de algunos asuntos, como por ejemplo el envío de fotos y videos íntimos por internet. Obviamente, esto se torna aun más difícil cuando los padres no tienen el hábito de conversar con los hijos, no invierten tiempo en ellos, y no se interesan por los asuntos que atraviesan su universo. Por eso, primeramente es necesario relacionarse con aquel a quien se pretende educar.