“Yo no sé si realmente quería ser madre”, reveló en llanto la joven mamá del bebé de un mes y medio. Los cabellos mojados, atados en un rodete en lo alto de la cabeza, no escondían las ojeras de las muchas noches sin dormir. Aquella parecía ser la primera vez que escuchaba sus propias palabras, que probablemente se habían hecho eco dentro de su cabeza en los últimos días. Al exteriorizar los sentimientos que venía experimentando en esta etapa de la vida, no dudó en decir que eran de decepción y frustración. Decepción por percibir que la maternidad no era nada de lo que ella había pensado a lo largo de los nueve meses, y frustración, principalmente, por no saber qué esperar del futuro.
Situaciones de divorcio, pérdida de empleo, muerte de un ser querido y problemas financieros generan crisis de ansiedad y pueden llevar a la depresión. Pero ¿qué decir de los factores que pueden fragilizar la salud emocional de quien acaba de dar a luz? El primer paso para comprender el inmenso desafío emocional que surge con la maternidad es analizar el choque que existe entre la expectativa y la realidad que se presenta con la experiencia de ser madre.
Se comprende el puerperio como el período que sucede desde el parto hasta que el estado de salud general de la mujer regresa a la condición anterior a la gestación. A partir de esta definición es posible pensar en un problema para solucionar: la expectativa, o incluso el deseo, de volver a tener la condición física y emocional vivida antes de la gestación. Sin lugar a dudas, es en este período cuando las mujeres más dudan del establecimiento de este equilibrio.
TRANSFORMACIÓN DE L A REALIDAD
El cambio después del parto es tan radical que hace que la mayoría de las mujeres viva, al mismo tiempo, una experiencia sublime y aterradora. Dicha ambivalencia posee un inmenso potencial de enfermedad psíquica. Pero, en general, no es lo que se espera de las madres. Socialmente, se presupone que las mujeres asuman la maternidad como algo sublime y, principalmente, que sean llevadas a creer en una sensación de plenitud natural. Siguiendo esta fuerte influencia social, parece ser región prohibida para las madres experimentar cualquier sentimiento que sea opuesto a este.
Sin embargo, la salud mental y el cambio son dos conceptos que están íntimamente relacionados. En general, la mayoría de las personas tiende a buscar la previsibilidad y asegurar que las cosas sucedan como esperan. Héctor Lisondo, autor del libro Cambio sin catástrofe o catástrofe sin cambios (Casa del Psicólogo, 2004), explica que el cambio es el estado permanente de los seres vivos. A pesar de esto, de acuerdo con el autor, aceptar las transformaciones como parte esencial de la vida es uno de los principales desafíos emocionales que enfrentan la mayoría de las personas, que en general luchan por la conservación de las cosas, las personas y las situaciones. Es a partir de estas alteraciones, especialmente cuando no se pueden ver recursos o apoyo para seguir adelante, que la depresión encuentra un terreno fértil para instalarse en la mente. Surge inmersa en este contexto y es muy fácilmente confundida por la mayoría de las familias como una etapa “normal” de la vida gestacional y postgestacional.
EL CAMBIO DESPUÉS DEL PARTO ES TAN RADICAL QUE HACE QUE LA MAYORÍA
DE LAS MUJERES VIVA, AL MISMO TIEMPO, UNA EXPERIENCIA SUBLIME Y ATERRADORA.
Por eso, muchas mujeres que dieron a luz suelen escuchar frases del tipo: “Es así”, “Conmigo fue peor aún”, o “Ya va a pasar”, lo que termina haciendo que sea aún más doloroso atravesar este período.
De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS), la prevalencia de trastornos depresivos relacionados con el parto y el posparto en países en desarrollo es, en promedio, del 19,8 %. Otros estudios internacionales, como los que se describieron en el artículo titulado “Depresión posparto: discutiendo el criterio temporal del diagnóstico”, de autoría de la psicóloga Evanisa Helena Maio de Brum, revelan que entre un 10 % y un 20 % de las mujeres desarrollan trastornos mentales relacionados con el parto y el posparto.
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Finalmente, necesitamos asumir un papel más activo en el soporte a las jóvenes madres, ofreciéndoles una red de apoyo que va desde la simple escucha sin juzgar hasta el soporte con actividades cotidianas.
La maternidad es una de las más ricas posibilidades de transformación y enriquecimiento psíquico. Una nueva mujer surgirá de esta experiencia, madura, segura, flexible, mejor preparada para la vida. Tolerar los sentimientos, reestructurar las normas internas y verse como merecedora de apoyo son pasos importantes para alcanzarlo. Sin lugar a duda, el reconocimiento de ser apenas una persona con limitaciones, que no busca la perfección y que acepta ayuda, te hará la mejor madre posible. ¡Disfruta cada momento!