Andrea Arnosti, Policía Civil - (Entrevista)
Alrededor del mundo, miles de mujeres son abusadas sexualmente, tanto en la edad adulta como también en la infancia y la adolescencia.
Sin embargo, el miedo generado a partir de la amenaza de los agresores fomenta que la mayoría de las personas que han sido atacadas permanezca en el silencio.
A fin de dar apoyo a las víctimas y acelerar el proceso para enjuiciar a
los acusados, las 368 unidades de las comisarías especializadas en la atención
a las mujeres, en la República del Brasil, también tienen la responsabilidad de
proporcionarles más seguridad a quienes sufren los efectos de la violencia.
UNA COMISARIA NOS PRESENTA RECOMENDACIONES ACERCA DE LA
PREVENCIÓN DEL ABUSO Y TAMBIÉN LO QUE HAY QUE HACER EN CASOS DE VIOLENCIA SEXUAL.
Una de esas comisarías se encuentra en Limeira, ciudad paulista (San Pablo,
Brasil), que cuenta con trescientos mil habitantes. Y allí, desde hace trece años
trabaja la comisaria Andrea Arnosti, de 46 años, quien ha dedicado la mitad de
su vida al trabajo en la Policía Civil.
Formada en Derecho, por la Universidad de São Paulo, especialista en erecho Penal, Proceso Penal y Criminología, ha dedicado 18 años de su vida a relacionarse exclusivamente con la actuación en las comisarías de la mujer.
En esta entrevista, ella destaca los pasos que deben dar las mujeres después de haber sufrido agresiones, y cómo pueden evitar formar parte de esas lamentables estadísticas.
¿Qué es lo que debe hacer una mujer después de haber sido violentada?
La víctima debe dirigirse inmediatamente a la comisaría policial especializada en defensa de la mujer, a fin de registrar la denuncia policial.
Allí también se realizará la posterior investigación policial, y ella será orientada para dirigirse al Instituto Médico Legal y al hospital acreditado de la red pública, a fin de que sea atendida inmediatamente. Ella también recibirá allí atención psicosocial.
¿Cómo se llevarán a cabo estas cuestiones?
La persona que se acerca a la comisaría deberá traer consigo sus documentos personales, y tener el máximo de información posible acerca del agresor, algún tipo de prueba del abuso y, si fuera posible, testigos.
Allí, un empleado del servicio escuchará la declaración de la víctima y escribirá un resumen del caso. En caso de que sea posible, la víctima será invitada a brindar una declaración y a formalizar la correspondiente denuncia policial. Uno de los últimos pasos es la conversación con la comisaria.
¿Cuáles son los casos más comunes que usted recibe?
Violaciones, que suceden en el hogar con víctimas menores de edad, llevadas a cabo por los propios padres, padrastros, tíos, parientes o personas de su conocimiento.
En total, atendemos anualmente ochenta de estos casos en particular.
En general, ¿cuál es la situación de las personas que están buscando ayuda?
Están física y emocionalmente muy inestables y traumatizadas. Por esto, resulta necesaria una atención especializada, rápida y humanizada. También necesitan recibir apoyo jurídico, médico y psicosocial, a fin de que puedan enfrentar la situación.
¿De qué manera las víctimas pueden sentirse protegidas por la atención ofrecida en las comisarías de la mujer?
La comisaría asume responsabilidades de policía judicial, en el sentido de confirmar la autoría y efectivizar la prisión cautelar temporaria o preventiva del agresor. También somos responsables de tomar medidas de protección, que están previstas en la ley Maria da Penha, cuando sea el caso, a fin de garantizar la seguridad de la víctima. Sin embargo, si no hubiere comisaría de la mujer en la localidad donde vive, se puede dirigir a la comisaría común, a fin de dar inicio al proceso.
¿A qué tipo de castigos estará sometido el agresor?
El abuso sexual es una de las formas de violencia de género previstas en la ley 11.340/06, denominada Ley de Maria da Penha, la cual proveyó de fuertes mecanismos de defensa a la mujer en situación de riesgo y en el contexto
de la violencia doméstica. Además, el artículo 213 del Código Penal Brasileño proporciona sanciones severas para con el autor del crimen de estupro, que varían entre seis y diez años de reclusión, en la forma simple, y de ocho a treinta años en la forma calificada (que es en los casos en que la violencia sexual resulta acompañada de lesiones corporales graves, de muerte, o si la víctima es menor de 18 años o mayor de 14 años). En los casos en que la víctima se considera vulnerable, es decir, menor de 14 años, o tiene alguna enfermedad o deficiencia que le imposibilite ofrecer resistencia, las penas previstas por el artículo 217 del Código Penal son todavía más rigurosas.
Principalmente en las grandes ciudades, ¿qué cuidados deben tener las
mujeres al andar solas?
Toda prudencia es necesaria. No se debe andar sola por lugares con poco movimiento.
También resulta necesario tener el mismo cuidado en los transportes públicos.
Si llegara a ocurrir el caso de abuso o acoso, se deberá advertir inmediatamente a la policía.
Algunas mujeres temen ser atendidas por policías masculinos justamente por el miedo de ser vistas como las culpables. ¿Cómo se podría evitar esta situación?
Bajo ningún tipo de hipótesis la mujer puede ser vista como culpable de un crimen tan hediondo, del que de hecho es realmente la víctima. El hecho es que, al ser atendida por una policía femenina, la víctima puede sentirse
más contenida y menos avergonzada, teniendo en cuenta que esperará una atención más sensible y empática de parte de una mujer. Por otro lado, aun los policías masculinos deberán ser instruidos adecuadamente para atenderlas
rápidamente y de la manera más humanizada.
Un diálogo más equilibrado sobre sexualidad tanto en la casa como en la
escuela, ¿podría ayudar a cambiar el cuadro de violencia sexual?
Sí. Considero a la educación sexual de extrema importancia, tanto en la familia
como en la escuela, y creo que esto también prevendría los casos de embarazos precoces en la adolescencia y el contagio de Enfermedades de Transmisión Sexual (ETS).